La displasia de cadera es un trastorno del
desarrollo postnatal caracterizado por la apariencia de un grado variable
de laxitud de las articulaciones coxo-femorales. Determinado tardía o
precozmente, es una malformación congenita por una mala relación entre
la cabeza del femur y la cadera, debido a que la concavidad del femur se
encuentra aplanada, por lo tanto la falta de concavidad es la que produce
la displasia, que en ocasiones acaba por producir una esteocondritis.
Definición anatómica: La articulación de la cadera está formada
por acetábulo, que es la cavidad cóncava situada en la confluencia de
los tres huesos que forman el coxal (ilion, isquion y pubis), destinada a
albergar la cabeza del fémur. En el centro del acetábulo existe una
depresión cuadrángular rugosa y no articulada, denominada fosa
acetabular, donde se inserta el ligamento redondo que une el acetábulo a
la cabeza femoral.
La cabeza femoral es la superficie semiesférica y lisa destinada a la
articulación del fémur con el acetábulo. Literalmente se continúa con
el cuello. Excéntricamente y en posición media existe una fosa articular
(fosa capitis fumaris) destinada a la inserción del ligamento redondo.
La consideración funcional dinámica, sobre todo durante la locomoción y
el salto o la elevación sobre las extremidades posteriores, es de vital
importancia, pues estas extremidades son las encargadas de producir el
impulso y transmitirlo al tronco, precisamente a través de las
articulaciones femorales.
Etiología: Entre los numerosos factores etiológicos atribuidos a
la displasia de cadera: Una mala crianza del cachorro y los hereditarios
entre otros. La transmisión de la displasia de cadera es de carácter
dominante, multifactorial y poligénica y se determina por varios genes y
la influencia de diversas modificaciones ambientales. La transmisión
hereditaria de la displasia de cadera es debida en un 60% a factores genéticos
y un 40% a factores ambientales. Cabe destacar entre los factores
ambientales la alimentación, el ejercicio físico desmesurado y las
alteraciones hormonales. La inestabilidad articular, unida a una
deficiente masa muscular pélvica, determina la presentación y el grado
de la enfermedad.
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