Acerca del ovejero alemán : Comportamiento alimentario del perro


Comportamiento alimentario del perro

Conocer los elementos que condicionan el comportamiento alimentario normal de un perro permite detectar mejor toda anomalía en la toma de alimento y, por lo tanto, poder deducir si esta anomalía está relacionada con el animal mismo (si está enfermo, por ejemplo), con el alimento que se le proporciona o con un factor ambiental.


Si bien el color del alimento seguramente impresiona más al amo que al perro (así como los trozos de carne o de verduras), no sucede lo mismo con el olor. En efecto, es fácil ver a un perro olfatear su comedero antes de ingerir su contenido. Estando sus capacidades olfatorias mucho más desarrolladas que las del hombre (apróximadamente 1000 veces más), el olfato ocupa un lugar preponderante en sus elecciones alimentarias. Una simple obstrucción de sus cavidades nasales, por ejemplo debida a una pequeña rinitis, es suficiente para causar en el perro una franca disminución de la ingesta alimentaria.

Dos ejemplos prácticos pueden permitir comprender mejor la influencia del olfato en el comportamiento alimentario del perro:

- La alimentación de la madre influye sobre la preferencia olfatoria de sus cachorros. En efecto, ciertos componentes del gusto del alimento de la perra vuelven a aparecer en la leche que ella produce, influyendo así en el comportamiento "gustativo" posterior de los cachorros. Los olores que emanan del comedero también participan, desde el cuarto día, en la impregnación olfatoria de las crías, que más tarde preferirán espontáneamente los alimentos que posean olores comparables. De esta manera, desde muy temprano se puede condicionar a los cachorros a la alimentación que recibirán tras el destete.

- Cuando un perro rechaza transitoriamente un alimento, lo cual sucede a veces con los alimentos secos, el agregado de agua tibia permite realzar los aromas; de esta manera, el agua tibia se convierte en un potenciador del gusto, simple, económico y eficaz.

Cuando mastica (en realidad, muy poco) y deglute, el perro bloquea su respiración; por lo tanto, no puede volver a sentir por segunda vez el olor del alimento y, en cuanto éste se encuentra en su cavidad bucal, sólo cuentan el gusto, la textura y la temperatura. Aparentemente, el perro percibe los cuatro sabores básicos (ácido, amargo, salado, dulce) de manera equivalente al hombre. Pero, excepcionalmente dotado en el terreno olfatorio, va a servirse mucho de sus papilas gustativas. En resumen, el perro olfatea, huele y luego, traga... y es capaz de registrar en su memoria cerca de 4.000 olores diferentes.

 

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